jueves, 14 de septiembre de 2017

Día 16: Toulouse

Tuve una noche algo rara. Una legión (4-6) zancudos (¿mosquitos?) lograron meterse a mi carpa a acompañarme y no dejarme dormir. Entonces, cuando mis "ocupados" vecinos de camping (especialmente la vecina) lograron despertarme a las 3 AM me harté y decidí cazarlos (a los zancudos, no a los vecinos). No fue fácil. Con la luz del teléfono como antorcha fui buscándolos (oh sorpresa, estaban todos muy cerca de mi cabeza) y los fui matando con mi media. Pero, dado que la pared de la carpa es flexible, hay que primero lograr tirarlos al suelo de la carpa y luego aplastarlos con la media. Mi media quedó un poco manchada de sangre, aunque finalmente es *mi* sangre, supongo.

Así empezó mi día. Con pronósticos de lluvia, me apuré en tener todo listo a las 8:40 para salir a las 9h. A esa hora comenzó a llover. No paró de llover hasta las 14:00.

Así, el día fue básicamente yo montando al lado del río, mojándome sin parar. Que te caiga lluvia, por otro lado, te hace ir al baño *muy seguido* he descubierto. Por un momento se me ocurrió que si esperaba un rato, bajaría o desaparecería la lluvia. Esperé. No se fue. Continué.

Me encontré con un perro mojado. Al que, por supuesto, fotografié. Creo que no le hizo mucha ilusión porque me comenzó a ladrar.

Me pareció curioso que aunque lloviese bastante, había más gente que antes montando bici y caminando y me pasé todo el viaje practicando mi "bonjour" para que sonara lo más parecido a lo que me decían.

También pasé nuevamente por puentes de canales. Almorcé en un pueblo a una hora y media de Toulouse. Donde logré acabarme el queso que compré ayer. He comido 450g de queso gouda en 24 horas: fue mucho queso.

Ya había alquilado airbnb a partir del viernes. Como no tenía alojamiento para jueves (hoy), decidí hacer lo único que sé hacer: buscar un camping. Este está al oeste de Toulouse. Como a 10km del centro, en el pueblo de al lado. Como de costumbre, tengo el aeropuerto cerca (no, todavía no veo los vuelos con flightradar24, lo haré cuando acabe esto).

Ya que llegué como a las 16 y estaba muy cerca a Toulouse, decidí dar una vuelta por la ciudad. Y eso hice. Bastante gente. Bastantes ciclistas aunque tanto ciclistas como motoristas, manejan bastante mal (debe ser porque está camino a Italia).

Lo bueno es que desde que llegué a la ciudad ha estado haciendo un solazo (bueno ahora es de noche; pero lo hizo). Buen recibimiento, pues.

Como premio por haber llegado, me compré unas galletas de chocolate y una cocacola en la bodega de al lado y me las comí como postre a mis lentejas de lata (que estaban bastante peores que las otras lentejas de lata que hemos comido en el viaje, por cierto).

Mañana salgo muy temprano porque el airbnb me dan las llaves a las 9am.

¡Ah! Y por golpe de suerte, me llamaron de la residencia de estudiantes de la universidad diciendo que tenían espacio. Les dije que sí lo quería. Eso significa que y no tengo que buscar piso, supongo. Aunque estoy viendo que voy a tener que hacer bastantes trámites en pocos días.

Dado que este blog se llamaba "los hermanos y las bicicletas" y ya no hay ningún hermano haciendo una cantidad *razonable* de kilómetros activamente, supongo que este es el fin del blog también.

Es posible que suba algún otro post de recapitulación o de análisis "exhaustivo" de cosas curiosas que hayamos visto durante el viaje. Por ejemplo, quiero hacer un informe de los tipos de duchas que hay en los camping o de cuál era más o menos nuestro día a día normal. En cualquier caso, ya no habrán actualizaciones diarias.

También existe la, aunque remota, posibilidad de que me anime a crear un blog de los primeros días en Toulouse el próximo mes. Pero eso no lo tengo claro todavía.

F.

miércoles, 13 de septiembre de 2017

Día 15: de paseo por el río Garonne y sus canales

El día empezó bien. Y cuando digo bien, digo sin lluvia. La ropa colgada de mala manera encima de mi bicicleta estaba, sorprendentemente, casi seca.

Pasó la boulangera ofreciendo sus productos. Me cogió desprevenido, debí haber pedido un croissant.

La ruta fue bastante tranquila.
Básicamente consistió en seguir un canal que va cuasi paralelo al río Garonne, encontrando algún viajero en el camino, aunque no muchos.

Tomé alguna foto a un barco semi-hundido en el canal y a un árbol bloqueándolo.

Al parecer los árboles también afectan a los botes...
Había una cola de botes esperando que alguien les sacara el árbol de en medio y un chico que creo que estaba encargado de hacer algo desde la tierra que parecía más perdido que yo.

Paré en Agen para comprar comida y comerla. Me pareció una ciudad tranquila, un poco pobre pero con bonito parque, donde comí mi sanguche. Hizo sol todo el día, y eso ayudó a que todo se viera mejor. Decidí celebrar comprando croissants de almendras. Porque solo había de almendras. Supieron a gloria. 

Otra cosa reseñable (y no sé por qué no tomé foto) fue pasar por el canal, mientras pasaba *por encima* del río. Un puente para un canal: divertido.

Mi espalda dolió por ratos y tuve que parar a estirarme y hacerme un poco de masajes. Aproveché las paradas y comí un montón de plátanos y barritas, pero todavía quedan (siempre de naranja). Como tratamiento parcial para estirar mi espalda, de vez en cuando pongo las dos manos en el mismo lado del manillar, para estirar un lado de la espalda.

Nuevamente me tocó atravesar las nubes de mosquitos (¿Qué es eso?) pero esta vez había nubes de dos colores: los blancos y los negros. Siento que, por más que me moleste acabar lleno de mosquitos por todo el cuerpo, la experiencia debe ser bastante más traumática para ellos. Si no la última.

Al final he hecho como 110 kilómetros. Qué bien se pasa el tiempo cuando no hay que subir colinas. Y cuando no llueve. Y cuando no hay carros. Me he puesto a escuchar podcasts de lo poco emocionante. Si hubiesen quedado menos de 40km a Toulouse, creo que hubiera continuado hasta llegar.

Es curioso: una lata de "chili con carne" de 840g dice ser tres porciones. Una lata de 800g de raviolis, dice ser dos raciones. Lo cual implicaría que como lo equivalente a 2-3 personas.

martes, 12 de septiembre de 2017

Día 14: tranquila llegada al río

Hoy me desperté y estaba lloviendo. Qué pocas ganas de salir a la lluvia. Por "suerte" solo llovía cuando la nube (in)correcta surcaba los cielos, lo cual era el 40% del tiempo. Así, me armé de valor y salí de mi carpa a las 8 am.

Ya había decidido el día anterior que hoy no haría mucho avance. Me contentaba con llegar al río correcto (Garone) y aprovechar y recuperar fuerzas y relajar un poco los músculos. Después de todo, había que subir cuestas.

La mañana fue bastante incómoda: todo ya estaba mojado pero seguía mojándose con la lluvia que aparecía y desaparecía. Desarmar la carpa fue un poco desastroso. Nada como la deprimente contuinuidad de sombra en Lima o el peligrosamente intenso sol en Madrid.

Salí del camping como a las 10:30 o 11:00 al final habiendo hecho un intento de darme un masaje en la espalda y estirarme bien las piernas. Digo un intento porque los primeros 5 minutos de bicicleta demostraron que no habia funcionado.

Dado que sabía que tenía bastante más tiempo (creo que solo eran 40 km en total), decidí hacer un *poco* más de turista y parar más en los pueblos a ver qué había.

El prmero fue Saint emilion, que estaba al lado del camping. Habían tantos turistas extranjeros que tuve que entrar a wikipedia para confirmar qué tenía de interesante el pueblo (además de las 1,5 iglesias bastante bien restauradas y bonitas). Resulta que este sitio es conocido por su vino y vendían vino por todas partes. Lo que más me gustó fueron las callecitas de piedra en el centro y el olor a guisos preparados a partir de vino que salía de los restaurantes. Eran las 11:30, acababa de desayunar pero estuve cerca de pedir comida.

Desde St. Emilion, quedaba bajar a Saint-Jean-De-Blaignac y luego subir nuevamente hasta Sauveterre-de-Guyenne para finalmente bajar a Réole. Las colinas intermedias se omiten pero no porque no las haya.

En Saint-Jean-De-Blaignac no había mucho, solo una iglesia descuidada pero bonita. Ni panadería para comer croissants. Aquí decidí bajar mi asiento un poco más, para intentar aliviar mi espalda de los hincones que tenía. Esto resultó útil, aunque no milagroso. Aquí comenzaba la subida principal.

La subida a sauveterre estuvo interrumpida por una lluvia bastante fuerte. Estoy muy orgulloso de haber visto la nube antes de llegar y haber guardado mi ropa y puesto el poncho encima. Aún así tuve que esperar como 5-10 minutos bajo un árbol en el jardín de unos desconocidos cuando se puso demasiado fuerte. Las subidas fueron lentas pero no dolorosas.

Ya que he bajado el asiento, las subidas las estoy haciendo de pie en la bici. Al menos no me duele la espalda.

En Sauveterre habían varios ciclistas de paseo, la gente estaba comiendo. Ya eran las 14h. Decidí comer barrita y plátano y ya comer en el destino. Fue una buena decisión.

Se notó muchísimo el cambio de clima al llegar a Réole: un sol radiante y ninguna nube en el cielo. Fui al supermercado como es costumbre y compré mi almuerzo, mi cena y mi desayuno.

En el pueblo en sí no hay mucho (tampoco lo atravesé entero) pero con tan buen clima y mi almuerzo ya comprado, no podía pedir más.

Escribo desde el camping, que está al lado del río. Apoyado en un árbol (mi espalda todavía no da cuartel) y disfrutando del sol-sombra de un correcto día de verano. No los días anteriores, esos eran de otoño. Creo que me voy a comer un durazno y a tomar una siesta en mi árbol. Porque es mío.

El camping volvió a la media del precio de camping del viaje.

Ah! Vi un saltamontes. No sé por qué me emocioné tanto pero creo que no había visto uno de cerca. Se quería meter a mi carpa. He notado en este viaje que los bichos tienen cierta afinidad por mí. Quizás tengo algún superpoder que solo es detectable por los insectos. No estoy seguro si lo hacen porque me quieren o porque me odian. Reflexionaré mientras me quedo dormido.

Quedan poco menos de 200 km hasta Toulouse. Lo bueno es que no tienen demasiadas subidas, aunque todo el camino es de ligera subida.

lunes, 11 de septiembre de 2017

Día 13: Viento, viñedos, lluvia y colinas

Hoy escribo desde un elegante bar en un camping al borde del río Dore, al este de Burdeos. Se nota el cambio de región ya que este camping me ha costado 22,61€, excediendo en 400% el pago por persona de camping histórico. Por otro lado, para mi son los mismos holandeses, ingleses y alemanes que en otros lugares. Me pareció escuchar a alguien hablando español pero no lo vi.

Muy tarde me he dado cuenta de que debí haber pedido un vino local en vez de una cerveza genérica.

En el viaje de hoy aprendí a no confiar de dos fuentes nuevas de información. Una conocida, otra desconocida.

Empezemos por la desconocida. Los locales.

Cuando estuvimos en el segundo camping, al sur de Lille creo, la mujer que atendía me estuvo interrogando sobre quiénes éramos y qué pretendíamos. En su cabeza era complicado entender que tres hermanos peruanos estén viajando desde Bélgica en bicicleta y hayan decidido parar en un camping en medio de la nada en Francia, y que uno hable francés y dos vivan en España. Creo que estaba casi indignada que estemos tan lejos y no estemos en algún lugar "más importante". Admitió nunca haber salido de ese pueblo / región.

Bueno, a lo que iba: me preguntó cuántos kilómetros habíamos hecho. Le respondí que hoy no habíamos hecho mucho, que habíamos hecho como... ¿30 ? Me respondió algo como: "no, eso es bien poco". "Pero", le dije, "ayer hicimos 115 km". Se me quedó mirando y casi podía leer en su cara algo del estilo "115 no es nada, lo hago en una hora en mi carro". Debí haber aprendido en ese momento que no todo el mundo tiene mucha intuición sobre viajes en bicicleta, a pesar de conocer el lugar. Eso, o a no confiar en lo que diga el que atiende el camping.

De vuelta al presente. Ayer, el hombre del camping me recomendó tomar una ruta al este de la carretera nacional. "Es más bonita, buenos viñedos, llegas a Libourne sin dar muchas vuetlas". "Genial", le respondí, "¿y hay montañas o desniveles?". "No, nada de eso".

Comencé el día tomando un café y un croissant en un pueblo cercano. Poco después me incorporé a la carretera recomendada y aparecieron los viñedos. Muy bonitos. Pena que no había mucho sol y y no aparecen bien en las fotos. Al mismo tiempo aparecen las colinas. "Bueno", pienso, "unas colinas no están mal, hasta le hacen bien a la espalda y al menos permiten tener buenas vistas". Fueron 50 kilómetros de esto. Fue horrible.

Y es que las colinas en carro las haces sin darte cuenta (aunque incluso vi algunos a quienes esto ya les costaba). Sin son muchas, no tienen que ser empinadas para acabar contigo.

Para amenizar el viaje, se puso a llover de manera intermitente. De esa lluvia que mientras estás pensando si deberías ponerte algo encima, crece fuertísimo y te mojas entero. Entonces, tenía que buscar refugio apenas empezaba bajo árboles en jardines de desconocidos por cantidades de tiempo indeterminadas. Pero claro, te abrigas en el momento en el que la nube pasa y aparece un sol radiante y un arcoiris que se reiría de ti en tu espejo retrovisor si los arcoiris se riecen y si quedase espejo retrovisor.

Si bien es cierto que la previsión del tiempo decía que no llovería hoy, no confiar en la previsión del tiempo es una lección ya aprendida.

El tercer componente del viaje fue el viento. Mucho viento que hacía que tooodas las bajadas (que lógicamente fueron tantas como subidas), casi tuviese que pedalear para no frenar. Además: viento de lado + suelo mojado + bajada empinada parecía la receta perfecta para acabar como un erizo sacrificado más al dios del asfalto.

Con 75 *intensos* kilómetros hechos, paré finalmente a comer en Roche chalais, donde tuve que subir una cuesta especialmente empinada. Dos veces. Se puso a llover mientras terminaba de comer. Con poca agua, lleno de comida y el suelo todo mojado y todavía algo de lluvia, decidí emprender el viaje.

Según google maps quedaban 38 kilómetros, principalmente de bajada. Esto era lo único que me tranquilizaba, estaba casi confiado en que "solo debía dejarme caer". Decidí llamar a un camping y emprendí el viaje hasta él. "Todavía menos, 32 km. Esto va a ser un paseo".

Para esto, tengo que admitir que mientras viajo solo en bicicleta he adquirido la costumbre de hablarme solo en voz alta (qué más da, no hay nadie). Suele ser en inglés aunque estoy intentando de que sea en francés (así parezco un loco local y no uno extranjero).

Como es de esperar, no fue un paseo. Fue una agonía. Mi espalda estaba destruída de la primera parte. De hecho, me la estoy tocando ahora y estoy comprobando de que todavía lo está. También me quema la cara ¿? .

Esta agonía tomó otra dimensión cuando llegué a los 15 km finales y descubrí que "oh sorpresa" Google se había tomado ciertas libertades con la ruta al camping: había decidido que era mejor atravesar los viñedos de media región de Garonde por caminos "secundarios". Y "secundarios" significa "los caminos que usan los dueños de los viñedos para ver sus viñedos". En serio pensé que en algún momento me dirían que no podía estar ahí.

Y aquí está la segunda lección del día, la de la fuente conocida: estoy bastante seguro de que google no cuenta los desniveles de los caminos "Google Maps Selection", por ser muy pequeños (los caminos, no los desniveles), en la estimación total de subida para un trayecto. Cuando me vendió el camino, había muy poca subida. Cuando lo hice, fue como estar en los primeros 50 km del día pero con más uvas, más lluvia y yo más cansado. De nuevo: muy bonito, pero muy doloroso.

Llegué al camping a las 17:30 y, poco después de armar la carpa... Empezó a llover de nuevo. He cenado tres raciones de chili con carne y medio queso, en un intento de darle a mi cuerpo algo de ánimos. Algo así como un "bon courage" nutricional.

Ah! Vi un letrero con direcciones para ir a Toulouse. El primero.

Este ha sido el peor día, de lejos. Estoy destruído. Pero no quiero quedarme en este camping, es un robo. Creo que mañana intentaré hacer menos kilómetros y veré cómo quedo.

domingo, 10 de septiembre de 2017

Día 12: Callejeando pueblitos

El día amaneció mojado. Hizo frío. Bastante frío. En algún momento de la noche tuve que ponerme pantalón y luego doble media. Aún así lo sentí.

Esto y el hecho de que algunos de mis compañeros de camping habían decidido hacer fiesta toda la noche con reguetón de hace 15 años contribuyó a que mi noche no fuese espléndida. Decidí combatirlo durmiendo una hora más. Bueno, no fue tanto una decisión como una observación cuando me desperté a las 7:00 AM.

Decidí dar como ofrenda al hombre de la recepción la carpa grande. Él decidió hacer el regalo a los peregrinos que no llegan con carpa (qué clase deperegrinos son esos, me pregunté para mi).

Mención rápida a los camping que hemos estado. Han sido todos absurdamente baratos. De media pagamos 7 euros por persona, creo. Por esta noche pagué 5,20. Las prestaciones varían considerablemente entre un sitio y otro pero todos tienen: duchas con agua caliente, algún tipo de inodoro, lavabos con enchufe (que usamos para cargar teléfonos y baterías externas). Otros llegan a tener bares, tiendas, piscinas, mesa de ping-pong.

Después de eso, decidí tomar un segundo desayuno en el pueblo para diseñar lo que sería la ruta de hoy. Objetivo: Cognac. Descubrí que las carreteras no ayudan en nada. Tendría que tomar como 5 carreteras distintas (y esto es sin hacer caso a Google, que, para variar, recomienda directamente hacer mi propio camino a campo traviesa). Doy con un camino que, aunque no muy recto, parece cómodo y con no muchas subidas.

Esto a diferencia del día 11, donde todo el camino fue una sola carretera en línea recta. Por un lado es cómodo ir rápido por una sola carretera porque no hay que parar a revisar el rumbo y es eficiente. Por otro lado, tienes coches pasándote con frecuencia y suelen ir rápido. Y no puedes parar en cualquier lugar.

Luego del segundo desayuno, fui al supermercado a comprar comida para hoy. La ruta empezó recién como a las 9:50.

El camino estuvo bastante tranquilo. Felizmente no tuve que revisar la ruta demasiado porque intenté que el camino fuera lo más constante posible. Pasé por algunas iglesias bonitas y, siendo domingo, decidí tomar fotos a los feligreses entrando. Pero solo las iglesias que me gustaron. La bicicleta para escala. 

Almorcé en la plaza vacía de uno de estos pueblos. Fue aquí que mi bicicleta cayó de lado por el viento por segunda vez en el viaje. Esto fue más de lo que el espejo retrovisor podía aguantar y explotó.

Llegué con tiempo a Cognac, como a las 17:30, dispuesto a conocer la ciudad después de dejar mis cosas en el camping. Para mi desgracia, el camping cerraba hoy. Me mandaron a otro a 10 km. El camino me lo vendieron como "es un camino de bicicleta al lado del río, muy fácil".

Para empezar, estaba lleno de peatones y ciclistas lentos. justo igual que Madrid - Río pero con la acera de un cuarto del tamaño.
Luego, la parte del camino con menos gente estaba tan llena de lodo y plantas que parecía motocross. Heridas fueron hechas. Tuve que pasar por encima de un árbol caído (esto traerá algunos recuerdos a los hermanos).

Finalmente encontré un camping al lado del río, tranquilo. De hecho, tan tranquilo que nadie lo atiende. Tuve que llamar para que una hora después llegaran a cobrarme. Felizmente, el hombre me dio consejo sobre rutas para mañana. Parece que ya no haré callejeros.

También se me ha acabado una de las dos camping gas que comprarmos.

Me estoy quedando dormido.

Ah! Por alguna razón todos los nombres de los pueblos acabam en "sac" por aquí. 


sábado, 9 de septiembre de 2017

Día 11: rápido y adolorido

El día empieza en un hotel con Sergito (todavía no me deshago de este hermano).  Tomamos desayuno buffet y nos despedimos después de que me haya ayudado a cargar mi bicicleta.

Ahora viene una lista-descripción de las cosas que le han pasado a mi bicicleta  a las cosas que llevo después de algunos días de viaje:

Un pedal pegado con cinta, no está 100% roto pero el plástico tiene un hueco.
Luces conectadas a la rueda delantera quemadas / rotas.
Una carpa para dos personas con un palo roto y que no entra en su bolsa ya.
Una carpa *para tres personas* que pesa 4,6 kg.
Un espejo retovisor (nuevo) roto, pero funcionando.
20 barritas de naranja (son las que nadie quería).
Cambios que entran de dos en dos (esto debería poder ser capaz de arreglar).

Mi bicicleta pesa considerablemente más que antes (la carpa de 3 personas no ayuda). Sospecho que por esto fue que me caí mientras iba lento por un puente contra la baranda. Mi codo sufrió un poco.

Otras cosas relevantes del viaje fueron encontrar un castillo de improviso, el que me haya llovido intermitentemente por todo el día (es lo que tiene moverse, la previsión del tiempo no sirve) y que, solo y aburrido, hice muchísimos kilómetros muy rápido.

Fueron 100km hasta Poitiers antes de comer y otros 30 hasta Luvignan después de comer, llegando como a las 17:30. Mi espalda sufrió un poco, tengo que ver cómo sentarme para que me duela menos. A este paso podría estar en Toulouse en 5-6 días pero no sé si seguiré igual de fuerte.

Porque estaba apurado y porque comenzó a llover no conocí mucho de Poitiers. Estuve en un parque que parece bonito. Me consta que es una ciudad muy empinada y que sus conductores no son demasiado amigables. Y que al menos una vez al año llueve.

Ah! Dentro de los periodos de lluvia y sol que tuve vi algunos arcoiris. Y, al parecer, estoy siguiendo un camino de Santiago porque veo albergues y conchas por ahí. 

Una última cosa que vi pero no fotografíe fue un tren lleno, *lleno*, de carros. Intenté hacer una estimación y me salió entre 100 y 300 carros. Todos parecían iguales. Me dio un poco de miedo ver este tren interminable. Como que me preocupé por ellos: ¿Qué van a hacer con tantos carros? ¿Quién necesita tantos carros? Pero bueno. 

F,. 

viernes, 8 de septiembre de 2017

Día 9: Delicioso final

Día 9 y la travesía de los hermanos llega a su fin. Para (re)compensar los esfuerzos realizados durante el duro trayecto, decidimos (o simplemente sucedió) terminarlo de una forma algo... calórica, por decir lo menos.

Luego de despertarnos en el camping de "La grand tortue" ("La tortuga grande") y completar el ritual matutino de guardar carpas/sleepings/alforjas/etc, nos llegó la órden solicitada al 'boulanger' la noche anterior: 3 croissants (que terminaron siendo 5) y un "pain au chocolat" (cómo va de bien mi francés gastronómico!), además de comernos unos plátanos y algunas barritas proteícas.

Tras esperar que la lavadora y secadora terminaran (tiempo durante el cual aproveché para rememorar mi estimado 'freeletics' con una rutinilla), partimos con la energía proveída por el copioso desayuno.

Una hora y 23 kilómetros después, nos encontrábamos en la pintoresca ciudad de Amboise, con su imponente castillo y cafés al estilo parisino. Qué mejor lugar para disfrutar de un "second breakfast" de muchos frutos secos y, cómo no, más barritas proteícas.

Manteniendo el buen humor y ritmo, en otra hora y otros 24-25 kms, nos vimos de pronto ante las imponentes torres de "Tours" (sic), pertenecientes a la catedral que ya se veía bastante antes de entrar en la ciudad, como aliciente del anhelado destino. Al llegar, no había opción más lógica que senarnos a deleitarn unos bocadillos celestiales de jamón Serrano, algún queso francés y el - cada vez menos abundante- aceite de oliva de ajos. Un gran final para una gran travesía, o eso parecía.

Después de un corto photoshoot (al cual Alfonsito no estuvo demasiado predispuesto), we were back to business. Mi bicicleta debía ser embalada y enviada desde Tours a Barcelona, mientras que Alfonso decidió que haría lo propio en Amberes, más cerca de su aeropuerto de embarque. Logrando mendigar una caja y un protector de horquilla a un negocio local de bicicletas, nos instalamos delante de la propia tienda a descuartizar la pobre bicicleta y meterla en una caja (ante las inquisitvas miradas de los empleados de la tienda y las esquivadas de los peatones). Cuter y celo fueron las estrellas de un embalaje contra el reloj por tener que llevar la caja a la oficina de correos antes de que cerrara.

No obstante haber logrado la hazaña, nos dimos con la sorpresa que las dimensiones de la caja superaban por un amplio margen lo permitido por "La Poste", el "Correos" de Francia. Decepción que se vio aumentada por no encontrar respuesta en ninguna otra oficina de mensajería. Dada la hora, decidimos esperar al día siguiente para seguir buscando candidatos de entrega, por lo que, caja gigante en mano, Franco y yo (Sergio) nos dirijimos al airbnb reservado para dejar las cosas (qué se habrá imaginado la pobre chica que traerían 2 peruanos -uno de ellos Franco- en una caja sospechosamente grande, no quiero ni saberlo).

Dejando todo en orden en el piso alquilado, el hambre (re)comenzó a apremiar, el cuerpo demandaba calorías. Tras infructuosamente proponer un lugar francés para comer, terminamos comiendo en el "Upper Burger", para variar un poco la dieta. Debo admitir que no decepcionó. Aún así, el cuerpo pedía más. Camino al piso, un Burger King probó ser suficiente tentación para pedirnos una hamburguesa más y 3 helados, oh cerditud! Con el estómago - ahora sí- repleto, fuimos finalmente a dormir tras un largo, intenso y, cómo no, deliciosamente calórico día.

S.