martes, 12 de septiembre de 2017

Día 14: tranquila llegada al río

Hoy me desperté y estaba lloviendo. Qué pocas ganas de salir a la lluvia. Por "suerte" solo llovía cuando la nube (in)correcta surcaba los cielos, lo cual era el 40% del tiempo. Así, me armé de valor y salí de mi carpa a las 8 am.

Ya había decidido el día anterior que hoy no haría mucho avance. Me contentaba con llegar al río correcto (Garone) y aprovechar y recuperar fuerzas y relajar un poco los músculos. Después de todo, había que subir cuestas.

La mañana fue bastante incómoda: todo ya estaba mojado pero seguía mojándose con la lluvia que aparecía y desaparecía. Desarmar la carpa fue un poco desastroso. Nada como la deprimente contuinuidad de sombra en Lima o el peligrosamente intenso sol en Madrid.

Salí del camping como a las 10:30 o 11:00 al final habiendo hecho un intento de darme un masaje en la espalda y estirarme bien las piernas. Digo un intento porque los primeros 5 minutos de bicicleta demostraron que no habia funcionado.

Dado que sabía que tenía bastante más tiempo (creo que solo eran 40 km en total), decidí hacer un *poco* más de turista y parar más en los pueblos a ver qué había.

El prmero fue Saint emilion, que estaba al lado del camping. Habían tantos turistas extranjeros que tuve que entrar a wikipedia para confirmar qué tenía de interesante el pueblo (además de las 1,5 iglesias bastante bien restauradas y bonitas). Resulta que este sitio es conocido por su vino y vendían vino por todas partes. Lo que más me gustó fueron las callecitas de piedra en el centro y el olor a guisos preparados a partir de vino que salía de los restaurantes. Eran las 11:30, acababa de desayunar pero estuve cerca de pedir comida.

Desde St. Emilion, quedaba bajar a Saint-Jean-De-Blaignac y luego subir nuevamente hasta Sauveterre-de-Guyenne para finalmente bajar a Réole. Las colinas intermedias se omiten pero no porque no las haya.

En Saint-Jean-De-Blaignac no había mucho, solo una iglesia descuidada pero bonita. Ni panadería para comer croissants. Aquí decidí bajar mi asiento un poco más, para intentar aliviar mi espalda de los hincones que tenía. Esto resultó útil, aunque no milagroso. Aquí comenzaba la subida principal.

La subida a sauveterre estuvo interrumpida por una lluvia bastante fuerte. Estoy muy orgulloso de haber visto la nube antes de llegar y haber guardado mi ropa y puesto el poncho encima. Aún así tuve que esperar como 5-10 minutos bajo un árbol en el jardín de unos desconocidos cuando se puso demasiado fuerte. Las subidas fueron lentas pero no dolorosas.

Ya que he bajado el asiento, las subidas las estoy haciendo de pie en la bici. Al menos no me duele la espalda.

En Sauveterre habían varios ciclistas de paseo, la gente estaba comiendo. Ya eran las 14h. Decidí comer barrita y plátano y ya comer en el destino. Fue una buena decisión.

Se notó muchísimo el cambio de clima al llegar a Réole: un sol radiante y ninguna nube en el cielo. Fui al supermercado como es costumbre y compré mi almuerzo, mi cena y mi desayuno.

En el pueblo en sí no hay mucho (tampoco lo atravesé entero) pero con tan buen clima y mi almuerzo ya comprado, no podía pedir más.

Escribo desde el camping, que está al lado del río. Apoyado en un árbol (mi espalda todavía no da cuartel) y disfrutando del sol-sombra de un correcto día de verano. No los días anteriores, esos eran de otoño. Creo que me voy a comer un durazno y a tomar una siesta en mi árbol. Porque es mío.

El camping volvió a la media del precio de camping del viaje.

Ah! Vi un saltamontes. No sé por qué me emocioné tanto pero creo que no había visto uno de cerca. Se quería meter a mi carpa. He notado en este viaje que los bichos tienen cierta afinidad por mí. Quizás tengo algún superpoder que solo es detectable por los insectos. No estoy seguro si lo hacen porque me quieren o porque me odian. Reflexionaré mientras me quedo dormido.

Quedan poco menos de 200 km hasta Toulouse. Lo bueno es que no tienen demasiadas subidas, aunque todo el camino es de ligera subida.

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