domingo, 3 de septiembre de 2017

Día 5: The Wall

Dicen que cuando corres una maratón, en los primeros kilómetros después de hacer los 30 chocas con un muro de resistencia física (y mental?).

Quien escribe (Sergio) chocó en el kilómetro 420 en la bicicleta. Lo que empezó como un inicio ligero y prometedor se convirtió pronto en pesadilla al ver lo que tenía pensado nuestro guía Google. Desde hacernos subir (en vano) por al menos media hora una montaña de bosque que parecía más la selva tropical hasta incrementar los kilómetrajes (y ETA) a su antojo sin razón aparente.

El cuerpo pedía basta por todos los frentes: espalda, glúteos, piernas, cuello, you name it. Todo mi cuerpo en estado de alerta mientras veo a mis hermanos cómodamente (creo) subiendo cuestas que para mí son el Everest. Debo agradecer su buena disposición a esperarme y adaptar los itinerarios a mis limitaciones (quizás hasta lo agradecen).

Lo más (y único) rescatable del día: un almuerzo de jamón Serrano, queso de oveja, tomate y aceite de oliva al ajo en pan de nueces en Rochefort - Yvelines mientras vemos a unos curiosos locales jugar petanque. Mención honrrosa: barritas de Ovaltine.

En fin, 100km más al saco y un baño de crema antiinflamatoria antes de dormir, a ver que nos depara mañana...

Día 4: bajando (y subiendo) hacia Beauvais

Hay días en los que sales a pasear y terminas recorriendo más de 100 kilómetros en bicicleta. Esta es la historia de uno de esos días.

El día comenzó muy frío, de esos en que sales en la bicicleta con casaca y te estiras un montón antes de salir por eso de que duelen las rodillas (¿estoy viejo?). Comimos un desayuno decadente de queso brie en bloques con pan y barras de zucaritas (son buenísimas). Al comienzo no teníamos muy claro hacia dónde ir. Sabíamos que Beauvais estaba en la lista de rutas planeadas y que teníamos que comprar el almuerzo, la comida y el desayuno para del día siguiente.

Nos embarcamos en dirección a Beauvais, entonces, con la intención de ver cómo íbamos y dónde habría que ir pensando en buscar un camping. Antes de seguir, tengo que dedicarle un espacio a explicar cómo nos guiamos y qué caminos tomamos. En principio, uno debería de poner el destino en google maps, escoger bicicleta como medio de transporte y seguir el camino. Creo honestamente que si hubiéramos hecho exclusivamente eso, estaríamos muertos o habríamos sido esclavizados por una mafia ukraniana. Google maps, aparentemente, considera cualquier camino como bicicleteable. Esto, unido a una definición bastante liberal de lo que constituye un camino, ya nos había hecho explorar algunos descampados y bosques del norte de Francia. Tomar precauciones nos ha hecho preferir sobre todo a los caminos (carreteras) departamentales, identificados por una letra D y el número correspondiente.

Continuando con el recorrido, nos sorprende descubrir que, por fin, nos ha tocado un día soleado "de verdad". El camino es perfecto y, tomando las precauciones de interpretar las instrucciones de Google, nos va bastante bien. Eventualmente, Franco (navegando) nos anuncia que Google le pide meterse a un camino alternativo para ahorrar unos kilómetros. Nos advierte que es de subida. En esos momentos supongo que pensamos lo mejor, como que el camino era asfaltado o afirmado. Llega el momento de salirse de la carretera y nos encontramos con un camino semi afirmado. Siguiendo, nos encontramos con LA subida. En retrospectiva, fue una buena experiencia, subir por un camino forestal de tierra y piedras con una pendiente de más de 10 grados y cargando todas las cosas. Aparentemente, también es un segmento de Strava. Poco después pasamos por el medio de una granja eólica.

Llegando a Beauvais, damos una vuelta por el centro. Es una ciudad muy pintoresca y con una iglesia imponente. Compramos la comida y crema para la inflamación (cada vez más necesaria). Salimos de la ciudad con la lluvia comenzando y nos sentimos un poco traicionados por el día. No paramos a almorzar porque parece que hay una segunda gran subida y queremos almorzar "del otro lado". Comenzamos a subir y creo que ya nos damos cuenta de cómo son las subidas en serio. Al menos para de llover. Una caravana de carros nos grita para dar ánimos y nos tocan bocina. Nos los encontramos un par de pueblos después. Iban a un matrimonio y vemos a los novios salir de la iglesia. Más o menos por ahí, empezamos algo así como la bajada al área de Cergy.

Pasamos por mil pueblitos. Vemos la fiesta del matrimonio. Almorzamos en la plaza de un pueblo en medio de la nada. Paramos a rellenar las aguas. Vemos una panadería y paramos a comprar croissants de chocolate (buenísimos). Seguimos bajando y llegamos al valle del Sena y al río per se. Lo cruzamos como tres veces y seguimos avanzando sin saber cuándo vamos a parar. Ya hemos sobrepasado el cansancio. Llegamos a Les Mureux, al oeste de Cergy, pasamos el pueblo, llegamos a las afueras y nos metemos súbitamente en otro camino forestal (gracias google). Estamos tan cerca y es tan tarde que ya no nos importa. Seguimos y llegamos por fin al camping,que es lo que me imagino como el equivalente europeo de un trailer park gringo. Las duchas son buenísimas de todas maneras y, después de comer, nos quedamos dormidos de inmediato.


-Alfonso 

viernes, 1 de septiembre de 2017

Día 3: Amiens

Nos despertamos a las 7:00 AM. Esta vez, la preparación fue *un poco* más rápida y a las 9:05 estábamos ya saliendo del camping.  Un desayuno de barrita y agua. A ver si para la próxima lo hacemos mejor.

Pasamos por el medio de algunas granjas y tuvimos más subidas y bajadas que otras veces, muy a pesar se Sergio quien ha sido declarado "bueno bajando pero no subiendo". En general, buenos paisajes y camino agradable.

Al final llegamos a Amiens temprano y comimos ahí unos sangüches de queso, tomate y jamón de pavo. También vimos la impresionante catedral, las otras iglesias respetables y lo destruída que estaba la calzada por muchas muchas obras. Aproveché y mandé correo postal a Toulouse en la oficina La Poste y hicimos compras para hoy y mañana.

El camping elegido para quedarnos no "existía", pero felizmente encontramos otro muy cerca. Con un bar cerca. En este el barman (que es barwoman en realidad) parece no ser xenófobo. Estamos rodeados de locales (un poco borrachos) ya que es el único bar del pueblo. Al frente de la iglesia, como buen pueblo de carretera. Loeuilly. Estamos jugando Coup, a pesar de que la caja del juego se esté callendo a pedazos después de la desastroza lluvia del "día 1".

Ah! la oficina del camping tenía un perro. Al cual, avergonzado, reconozco no haberle tomado fotos.

Primer día sin pasar por décathlon. Hemos hecho como 98 km, aunque Strava nos traicionó un par de veces.

jueves, 31 de agosto de 2017

Día 2: Damage Control

Continuando con la entrada anterior, comenzamos el día sufriendo los rezagos de lo que fue el día (y la noche) anterior. Sonó la alarma a las 7 pero inmediatamente nos percatamos de haber pecado de optimistas. Frío y agua inundaban las carpas y la sola idea de abandonarlas desanimaba al más decidido aventurero.

Tras esperar a que el día aclare (bajo la promesa de sol del pronóstico), empezamos a movernos: secar las cosas, guardar las carpas y sleeping bags, desayunar, etc. Finalmente, logramos salir sobre las 12 (qué lejos quedaron las 9).

Debido a problemas técnicos en las bicicletas de Franco y y mía (Sergio), la primera parada (a unos 30 km) fue una visita a nuestro estimado Decathlon. Después del grato trato por parte del servicio (gratis!), almorzamos las hamburguesas más grandes (o caras) que Quick podía ofrecer ('not bad').

Con las bicicletas 'on point' y nuestras barrigas satisfechas, emprendimos el resto del trayecto hasta el camping previsto. Al llegar en tan buenas condiciones físicas y - más importante- climáticas, nos dispusimos a hacer un photoshoot y luego deleitarnos con unas merecidas cervezas (desde donde escribo).

Si bien el kilometraje fue menor al esperado, hemos logrado equlibrarnos y (ahora sí) esperamos salir mañana antes de que den las 9. A ver cómo nos va!

Sergio

miércoles, 30 de agosto de 2017

Día 1: desastre

Escribo desde mi carpa. Son las 21:47 y tengo una lista generosa de cosas que nos han ocurrido. No sé ni por dónde empezar, entonces empiezo según lo recuerdo.

Escucho un avión aterrizar. Escuchamos cada avión que hace algo en el que sospecho es el aeropuerto de Lille: a ver cómo dormimos hoy. Tengo un corte en el dedo meñique que me sangra todavía. No tengo medias puestas porque todas (sí, todas) están mojadas. Desde cuándo impermeable es permeable. También están mojadas las zapatillas, alforjas, pan. en fin. El Internet se "fue" hace media hora. La lluvia no nos dejó ni cenar en paz. Estoy a oscuras escribiendo desde mi carpa.

Al menos en lo que me toma escribir esto ha parado de llover.
Hemos hecho 95km según Strava. Estamos en las afueras de Lille.
Nada mal para haber salido a las 12h de Gante y que nos haya tocado una lluvia torrencial de 1h en algún lugar de Bélgica sin cobijo a 5 km a la redonda. Qué duro fue eso. Otro avión. Son las 22h.

Cuando finalmente encontramos techo en un pueblo, conocimos un perro buena gente. Subo fotos si me lo permite el dios del Internet.

Mañana pretendemos salir a las 8. Al menos me pude bañar con agua caliente. El único consuelo: es improbable que mañana sea peor.

martes, 29 de agosto de 2017

Día 0: Amberes

Nos despertamos tarde, como quien está de vacaciones. Bueno, *yo* me desperté tarde, como a las 9 AM.

Desayunamos en Pain Quotidien.

Hicimos una parada adicional en Gante: "El Castillo". Ni era muy grande ni parece haber peleado contra nadie y, a pesar de eso, han tenido que reconstruirlo bastante. Sin embargo, estaba muy bien situado, casi en medio de la ciudad y, quizás por la reconstrucción, estaba bastante bonito. Bonitas vistas y una colección de armas interesante. Daban ganas de ponerse a jugar ages. Hasta tenía matacanes.

Luego estación de Tren y a Amberes. Dormí mientras alfonsito escribía la entrada de Bruselas.

La estación de tren de Amberes es bastante bonita. Debe ser que Amberes tuvo dinero cuando la gente tenía buen gusto. La catedral es prueba de ello. Rubens es prueba también (1500-1600).

Los diamantes. Dice mama que si alguna vez le compramos diamantes, sean en el formato adjunto. Amberes tiene muchas tiendas de diamantes. Tiene muchas tiendas en general. 

La mano. Hay una leyenda sobre esto y cómo se fundó la ciudad por un romano. Alfonso la sabe, pregúntenle a él. 

Visitamos la (antigua-casa-ahora-museo) de Rubens, nos deshidratamos al sol y paseamos por plazas. Mamá y Sergio entraron a la catedral. Yo no entro por principio: eso de que cobren por entrar va en contra de todo lo que creo (que es poco).

La última parada de Amberes fue la tienda de bicicleta donde los dos hermanos habían reservado ya una cada uno. Están güenasas. Fotos abajo.

Decubrimos bonitas calles pequeñas y plazas por el centro con terrazas. El clima favoreció. Mucha gente pero no excesiva como en los Bruselas o Brujas.

Regresamos a casa con los dos trofeos y dos litros de agua bajo el brazo. 41 grados decía la calle.

Ya en Gante, buscamos en vano algún sitio donde cenar a las 23h: los locales respetables cierran a las 22h. Fuimos por lo tanto alimentados por un kebap el cual más que cumplió con su propósito. Me pregunto si las papas fritas de un kebap en bélgica son más ricas que las de otros kebaps en Europa.

La noche acabó viendo The International y llenando paquetes encima de las bicicletas. He notado que el eje de mi bicicleta tiene algo más de juego que antes. Antes tenía pero ahora creo que más. Veré cómo evoluciona eso.

Día -1: Bruselas

Hoy me desperté después de dormir como 4 horas (primer día con problemas para dormir, creo) y más o menos arrepentido de las papas fritas de anoche. Los hermanos están practicando lucha libre y Sergio tiene a Franco cargado sobre el hombro. El plan del día empieza con un desayuno en Pain quotidien (el "pan de cada día") que consistió en avena caliente con frutas, huevos revueltos, tocino, pan y una taza de café de, por lo menos, medio litro. Breakfast of champions.

Inmediatamente después de desayunar nos vamos caminando a la estación del tren para salir hacia Bruselas. El día a estas alturas ya está soleado y hace calor. El tren a Bruselas toma media hora más o menos y la pasamos revisando la guía de turismo de mamá. Buenas noticias: los lunes cierran casi todos los museos; excepto el museo del cómic, claro. Decidimos aprovechar esto para recorrer la ciudad a pie en vez de meternos a ver cuadros, lo cual me parece el mejor plan. Bruselas es una ciudad interesante: algo turística pero muy buena para pasear y ver los edificios, la gente, los parques y la decoración.

El recorrido empieza con la plaza principal (Grande Place o Grote Markt, dependiendo de a quién le preguntes) que es un gran espacio rodeado de palacios construidos o bien por Felipe II (el "hermoso") o por los gremios de comerciantes. Es apropiado notar que los gremios más importantes eran el de cerveceros, el de carniceros y el de textiles (asumo que en ese orden también). En la plaza se le ocurre a Sergio seguir un tour andando de la ciudad. No tengo nada muy bueno que decir sobre el tour o la guía. Creo que lo mejor es que nos recomendó un buen restaurante (más sobre esto debajo) y nos quitó de encima la responsabilidad de visitar las "atracciones" más inútiles.

Después de dejar el tour a la mitad, vamos a almorzar al Fin de Siècle. Buen sitio, buena comida. El almuerzo es estofado de carne cocida en cerveza con puré de papas (Carbonnades a la Chimay),  canilla de chancho a la mostaza (Jambonneau moutarde à l'ancienne) y endivias rellenas de carne enrolladas en tocino (Chicons farcis sauce à la bière). Aparentemente, este último plato es la opción saludable.

Terminado el almuerzo toca visitar la catedral (pedido de mamá) así que nos damos una vuelta por ahí. La iglesia es bastante mejor que la que visitamos en Brujas, más que nada porque parece más antigua supongo. En cualquier caso, es grande tiene buenos vitrales buenas pinturas de hace algunos siglos y un púlpito de madera tallada más o menos impresionante. Cumple, en mi opinión, con lo necesario para ser una iglesia visitable. Al salir, son las 5 de la tarde. El museo del cómic cierra a las 6 así que nos apuramos. En el camino hay un container apoyado sobre su esquina y Franco quiere una foto. Llegamos a tiempo al museo pero nadie parece muy emocionado al respecto, creen que es un museito con algunos cómics. Habiendo estado antes, ya estoy prevenido al respecto. El edificio es un almacén antiguo diseñado por Horta y el museo es el más completo del mundo en su tema. En fin, recomendable. Todos salen contentos.

Ya con el día acabando, propongo dar una vuelta por el parque principal de Bruselas y seguir un camino de regreso que nos lleve por algunos edificios notables (el palacio real, el museo de música, etc.). La sorpresa es que el paseo, volviendo a la estación de tren, pasa por un parque con la vista del centro de la ciudad. Con el sol poniente, queda muy bonito. Todos quedamos cansados pero satisfechos con la ciudad y, después de una vuelta rápida por el grote markt, nos volvemos a Ghent.

Ya en Ghent, buscamos comida. Mamá quiere una manzana. Salimos a buscarla pero conseguimos solo frozen yogurt. Franco decide en este momento comerse medio kilo de helado. Ya en el cuarto vemos la final del international 2017 y nos vamos a dormir. Mañana buscamos las bicis en Amberes.