martes, 29 de agosto de 2017

Día -1: Bruselas

Hoy me desperté después de dormir como 4 horas (primer día con problemas para dormir, creo) y más o menos arrepentido de las papas fritas de anoche. Los hermanos están practicando lucha libre y Sergio tiene a Franco cargado sobre el hombro. El plan del día empieza con un desayuno en Pain quotidien (el "pan de cada día") que consistió en avena caliente con frutas, huevos revueltos, tocino, pan y una taza de café de, por lo menos, medio litro. Breakfast of champions.

Inmediatamente después de desayunar nos vamos caminando a la estación del tren para salir hacia Bruselas. El día a estas alturas ya está soleado y hace calor. El tren a Bruselas toma media hora más o menos y la pasamos revisando la guía de turismo de mamá. Buenas noticias: los lunes cierran casi todos los museos; excepto el museo del cómic, claro. Decidimos aprovechar esto para recorrer la ciudad a pie en vez de meternos a ver cuadros, lo cual me parece el mejor plan. Bruselas es una ciudad interesante: algo turística pero muy buena para pasear y ver los edificios, la gente, los parques y la decoración.

El recorrido empieza con la plaza principal (Grande Place o Grote Markt, dependiendo de a quién le preguntes) que es un gran espacio rodeado de palacios construidos o bien por Felipe II (el "hermoso") o por los gremios de comerciantes. Es apropiado notar que los gremios más importantes eran el de cerveceros, el de carniceros y el de textiles (asumo que en ese orden también). En la plaza se le ocurre a Sergio seguir un tour andando de la ciudad. No tengo nada muy bueno que decir sobre el tour o la guía. Creo que lo mejor es que nos recomendó un buen restaurante (más sobre esto debajo) y nos quitó de encima la responsabilidad de visitar las "atracciones" más inútiles.

Después de dejar el tour a la mitad, vamos a almorzar al Fin de Siècle. Buen sitio, buena comida. El almuerzo es estofado de carne cocida en cerveza con puré de papas (Carbonnades a la Chimay),  canilla de chancho a la mostaza (Jambonneau moutarde à l'ancienne) y endivias rellenas de carne enrolladas en tocino (Chicons farcis sauce à la bière). Aparentemente, este último plato es la opción saludable.

Terminado el almuerzo toca visitar la catedral (pedido de mamá) así que nos damos una vuelta por ahí. La iglesia es bastante mejor que la que visitamos en Brujas, más que nada porque parece más antigua supongo. En cualquier caso, es grande tiene buenos vitrales buenas pinturas de hace algunos siglos y un púlpito de madera tallada más o menos impresionante. Cumple, en mi opinión, con lo necesario para ser una iglesia visitable. Al salir, son las 5 de la tarde. El museo del cómic cierra a las 6 así que nos apuramos. En el camino hay un container apoyado sobre su esquina y Franco quiere una foto. Llegamos a tiempo al museo pero nadie parece muy emocionado al respecto, creen que es un museito con algunos cómics. Habiendo estado antes, ya estoy prevenido al respecto. El edificio es un almacén antiguo diseñado por Horta y el museo es el más completo del mundo en su tema. En fin, recomendable. Todos salen contentos.

Ya con el día acabando, propongo dar una vuelta por el parque principal de Bruselas y seguir un camino de regreso que nos lleve por algunos edificios notables (el palacio real, el museo de música, etc.). La sorpresa es que el paseo, volviendo a la estación de tren, pasa por un parque con la vista del centro de la ciudad. Con el sol poniente, queda muy bonito. Todos quedamos cansados pero satisfechos con la ciudad y, después de una vuelta rápida por el grote markt, nos volvemos a Ghent.

Ya en Ghent, buscamos comida. Mamá quiere una manzana. Salimos a buscarla pero conseguimos solo frozen yogurt. Franco decide en este momento comerse medio kilo de helado. Ya en el cuarto vemos la final del international 2017 y nos vamos a dormir. Mañana buscamos las bicis en Amberes.

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