viernes, 8 de septiembre de 2017

Día 10: Tours, bicicletas, despedidas

No estamos seguros de por qué Tours se llama Tours. Sospechamos que tiene que ver con las torres de la catedral. Podríamos buscarlo pero no lo hemos hecho y ya no estamos ahí. Así, sería injusto buscarlo ahora.

El día giró principalmente alrededor de mis hermanos (Alfonso y Sergio) intentando volver a sus respectivas casas e intentando de que sus bicicletas lo hagan también.

Las opciones son múltiples pero esto, en este caso, es malo porque significa que no está claro cuál funciona. Culpo a la poca planificación de su parte y a lo complejo del ruteo:

Alfonso tenía que llegar a Amsterdam con una bicicleta embalada para montarse en un avión a Lima.
Sergio tenía que llegar a Gante a recoger una maleta y luego ir a Barcelona. La bicicleta podía ir o no con él y si no iba con él, podía enviarla desde cualquier lugar. Bueno: "cualquier lugar" no incluye Tours, aparentemente.

Desayunamos unos croissants decentes, con pain au chocolat y alguna otra cosa que soy incapaz de recordar (pero que sergio seguro recuerda, ¿brioche ? ) de una boulangerie. De café un hermano se encargó de PASAR NESCAFÉ en la cafetera francesa. Hubo una segunda hecha correctamente, felizmente.

Me pasé gran parte de la mañana practicando francés por teléfono con una multitud de desconocidos tratando de convencerlos de enviar una bicicleta por correo a Barcelona. Aprendí de muy mala manera que "un vélo" se parece mucho a "enveloppe" cuando lo pronuncias mal.

A las 11:30 estaba claro que ambos hermanos se irían (con sus respectivas bicis) en el próximo TGV (12:00) a París para llegar a Bélgica. Yo estaba contento porque mis días de hablar con empresas de logística,  de embalar y cargar bicis habían acabado.

A las 12:30 esto había cambiado *drásticamente*. Sergio y yo estamos en una calle de Tours. Afuera de *otra* tienda de bicis. Sí: estamos embalando su bici nuevamente. Como quien está jugando el mismo nivel pero en una dificultad mayor estamos en una calle más transitada, y tenemos que embalar la bici en la mitad de la caja del día anterior (que por cierto, tenemos que cortar). Yo supongo que el nivel tres involucra lluvia y en el cuarto no hay caja y hay un señor que te está gritando todo el tiempo.

Pero no acaba aquí: como si los hermanos hubieran decidido simultáneamente que no se quieren separar de mi todavía, aparece Alfonso por la calle. Parece que una parte de su tren no le deja llevar bici. Ahora sale a las 17h. Los hermanos se reusan a ser separados, aparentemente. 

A las 14:00, contra todo pronóstico, logramos pasar el nivel dos y llevamos la bicicleta, por segunda vez, a la misma oficina de correos. Como retándolos a que rechacen nuestro paquete nuevamente. Estamos orgullosos y nerviosos al mismo tiempo.

Llegamos triunfantes con nuestra caja, la cual hemos paseado ya por dos días seguidos por el centro de Tours. Hacemos nuestra cola. Hoy nos atiende una chica mega carismática (y bonita, tengo que admitir que me enamoré un poquito). Noto la mirada del resto de empleados con quienes conversamos ayer en una complicidad que no sé juzgar si es resentimiento por volver o intriga por entender qué tramamos hoy. "Ah, son los de la bicicleta" nos dice uno. Hago de mal-traductor, como siempre. La caja no puede pesar más de 30 kg. Sudamos frío: esta información no la teníamos. Pesa 21,260 kg. Vamos bien. Logramos enviar la caja después de tres o cuatro sustos más que incluían cosas como no tener ningún teléfono en Francia, ninguna dirección de retorno, no haber asegurado el envío.

A las 15:00 estamos siendo invitados por el hermano menor (Sergio) a una suculenta comida en una brasserie. Poco después despedimos al hermano mayor que ahora si toma su tren. Decidimos también que era un buen momento para buscar lugar donde dormir y hacer compras para mañana. Esto fue resuelto sin mucho contratiempo.

A las 20h llegamos al edificio que hemos catalogado como el "evil building" de Tours.

A las 21:00 estábamos cenando un Magret de Canard y un Tartiflete en un restaurante de quesos en *la* calle de bares y restaurantes. Cena decente después de mucho tiempo.

De salida estaba diluviendo y tuvimos que improvisar paraguas con cajas de cartón que pedimos en una alimentación. Fuimos, al mismo tiempo, la envidia y el hazme reir de los transeuntes encontrados camino al hotel.

Y con esto acabó el último día del viaje de los hermanos. Al día siguiente todavía se van a encontrar los otros hermanos en Amberes como parte de su regreso. Yo empiezo mi recorrido solo en bicicleta.

F.

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